Leopoldo Alas (1852-1901) es conocido por el seudónimo «Clarín», diminutivo de «claro» en Asturias. Sus inquietudes literarias son precoces, pues ya a los trece años colaboraba en la revista de Madrid Gil Blas. En 1871 se trasladó a Madrid, donde concurrió a la tertulia de la Cervecería inglesa. De educación krausista, era persona tolerante. Su ideal de libertad chocó con las circunstancias políticas de su época, lo que le indujo a buscar refugio en la sátira.
La faceta más destacada de Clarín es la de periodista. Entre 1872 y 1878, colabora en la revista de estilo satírico El solfeo, en la que firma por primera vez con el seudónimo «Clarín». En Madrid, recibe la influencia intelectual de los profesores Nicolás Salmerón, Francisco Giner de los Ríos y Camús. Tres corrientes conforman su pensamiento: el krausismo, el positivismo y el espiritualismo. La tendencia espiritualista surgió tras la crisis del positivismo científico.
Su obra crítica se reúne en varios libros que recopilan sus artículos periodísticos y de crítica literaria; en estos últimos, que se reúnen bajo el nombre de «paliques», opinaba sobre aspectos de la actualidad literaria y cultural de la época. La mayoría habían visto la luz en Madrid cómico entre 1883 y 1897. Se trata de sátiras caracterizadas por su mordacidad, en raras ocasiones son artículos de crítica literaria sin estilo satírico. Clarín fue un gran conocedor de la literatura europea contemporánea. Algunos de sus artículos sobre novela se han convertido en clásicos, como: «Del estilo de la novela» o «El libre examen y nuestra literatura presente» y «La novela novelesca».
En 1882, aparece su primer libro recopilatorio de artículos. En ellos, la sátira ataca lo inauténtico y lo deshumanizado de los falsos sabios, cuya intelectualidad les hace perder la noción de la realidad y los aleja de los sentimientos. La profundidad de sus análisis lo convirtieron en uno de los mejores críticos de la literatura española del siglo XIX. Su sátira, en ocasiones, se ve suavizada por el humor. De ideología liberal, atacó de forma parcial a escritores tradicionalistas como Pereda y Alarcón y reservó sus elogios para liberales como Galdós y Valera. En sus artículos, se refleja claramente su sentimiento anticlerical.
La obra literaria de Clarín se reduce a dos novelas: La Regenta (1884-1885) y Su único hijo (1890) y numerosos cuentos. Éstos se caracterizan por la sátira, en algunas ocasiones, y, en otras, por la ternura. En su literatura se recrea en la teoría naturalista, a la que defendió en sus artículos hasta el punto de pedir que se escribiera poesía naturalista. El naturalismo de Clarín es básicamente estético y rechaza los detalles truculentos del de Zola. No cree que el naturalismo tenga que ser un dogma cerrado y adopta una actitud ecléctica frente a la polémica entre el naturalismo y las nuevas tendencias que irán surgiendo lentamente.
La Regenta
1884
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La Regenta
1884
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