La Regenta es la primera novela del escritor Leopoldo Alas, Clarín, publicada en dos tomos entre 1884 y 1885. El autor la escribió como una serie de artículos sueltos que enviaba a su editor y, finalmente, se convirtió en la obra cumbre del autor y de la novela española del siglo XIX.
Ana Ozores, la Regenta: personaje principal, una joven que está casada con el regente de la Audiencia, don Víctor Quintanar. Su marido es mucho mayor que ella y se casaron por interés, lo que amarga la vida de Ana. La mujer, atormentada e inconforme con su vida, es la envidia del resto de mujeres de su pueblo, Vetusta, que no saben que es una mujer infeliz y desdichada. En su interior se libre una batalla entre el deber y el deseo.
Personajes secundarios
Don Fermín de Pas: canónigo magistral y confesor de Ana. Se trata de un hombre ambicioso pero dominado por la figura de su madre, doña Paula. Quiere tener el poder para manejar a todo el pueblo de Vetusta, especialmente a la Regenta, de la que está enamorado. De hecho, piensa que Ana es de su propiedad y se comporta con ella como si fuera su marido.
Don Álvaro Mesía: un donjuán del que Ana se enamora perdidamente. Se trata de un hombre vulgar y mujeriego, muy por debajo de Ana moralmente hablando. Representa a esa sociedad hipócrita y sin aspiraciones que empuja y arrastra a la protagonista.
Don Víctor Quintanar: regente de la Audiencia y marido de Ana, un hombre mucho mayor que ella, pero amable y entrañable. El amor que siente por Ana es más paternal que romántico. Su verdadera pasión es la caza, deporte que practica a menudo con su mejor amigo, Frígilis.
Resumen de La Regenta
Primera parte
En el pueblo de Vetusta vive Ana Ozores, una mujer desdichada e infeliz que sufre en un matrimonio con un hombre mayor que ella, don Víctor Quintanar. Don Víctor es el regente de la Audiencia y es un gran aficionado a la caza, afición que practica a menudo con su mejor amigo, Frígilis. Se casó con Ana por interés y siente por ella un amor más paternal que carnal.
Ana, agobiada de la vida rutinaria que lleva, decide refugiarse en la religión para encontrarle un sentido a su vida. Su confesor, el padre Cayetano, se retira de su cargo debido a su avanzada edad, por lo que el nuevo representante de la iglesia y confesor de Ana es don Fermín de Pas, un hombre ambicioso y con malvadas intenciones.
Ana, al ser tan devota de la iglesia, no tarda en confesarse ante don Fermín y hacer buenas migas con él. El hombre le aconseja que haga una confesión general y esto crea entre ellos un vínculo de intimidad que resulta peligroso para ambas partes. De regreso a casa, Ana recuerda su niñez y su vida hasta alcanzar la edad adulta. Estos recuerdos despiertan a causa de la confesión que había hecho ante don Fermín: Ana recuerda que, tras la muerte de sus padres, sus tías fueron quienes se hicieron cargo de ella y la obligaron a casarse con don Víctor.
Segunda parte
Con el paso de los días, Ana sigue frecuentando la iglesia y confesándose ante don Fermín. La mujer confía en él, ya que se trata de un hombre amable y dulce, que le da consejos nuevos y llenos de alegría con los que puede afrontar la vida con mayor optimismo. Ana se sentía dichosa de poder contar con alguien como don Fermín para tratar todas sus inquietudes espirituales; tanto fue así, que ambos sintieron atracción el uno por el otro.
Ana frecuentaba cada vez más la iglesia, lo que despertó rumores en el pueblo. Cada vez eran más los murmullos de las personas que pensaban que tanto Ana como don Fermín se comportaban de forma extraña. Una noche en la que don Víctor salió a una noche de teatro, Ana se quedó sola y a oscuras en la casa. Aprovechó la ausencia de su esposo para escribirle una carta a don Fermín, pero buscando el papel a oscuras por la casa, acabó encerrada accidentalmente en una de las jaulas de caza de don Víctor. Casualmente pasaba por allí don Álvaro, un donjuán vulgar y mujeriego que sentía atracción por Ana, y la ayudó a salir de la jaula.
Días después, una de las familias más reconocidas de Vetusta organizó una comida en el pueblo. En el evento coincidieron Ana, don Fermín y don Álvaro, por lo que Ana no pudo evitar el momento para comparar a los dos hombres que estaban cortejándola, a pesar de que ella estaba casada con don Víctor. Cuanto más conocía a cada uno, más atracción sentía por don Álvaro, quien fue, finalmente, el amante escogido por Ana.
Tercera parte
Cuando don Fermín descubrió que Ana y don Álvaro eran amantes, se sintió muy decepcionado y furioso, ya que se había enamorado perdidamente de Ana. Don Fermín, lleno de rabia y celos, quería vengarse de Ana, a la cual consideraba de su propiedad, y para ello consiguió que don Víctor se enterase del adulterio de su esposa. Don Víctor, furioso, se enfrenta a don Álvaro y le reclama por haberse convertido en el amante de su esposa.
Don Víctor reta a don Álvaro a un duelo a muerte para ver quién de los dos se quedaría con Ana. Don Álvaro acepta y don Víctor infravalora las capacidades de su rival, que lo asesina en el duelo. Ante el fatal suceso de la muerte de don Víctor, don Álvaro, asustado, huye de Vetusta para que no lo apresen. Así, Ana pierde a los dos hombres que luchaban por su amor.
Ana cae enferma y se encierra en su casa. Cuando decide salir de este encierro, va a la catedral para hablar con su confesor, don Fermín, que la recibe con desprecio e indignación. Don Fermín reprocha a Ana por haber sido la amante de don Álvaro, y no de él. La actitud de don Fermín lleva al desmayo de Ana, y el acólito Caledonio la encuentra en el suelo del templo. Este hombre, llevado por un deseo miserable y una perversión lúbrica, besa a Ana en los labios.
Opinión de La Regenta
Se tiende a mencionar que La Regenta es la versión hispana de Madame Bovary, de Gustave Flaubert. Si bien los vínculos son evidentes, cada obra puede brillar por sí misma, y La Regenta sabe jugar muy bien sus cartas para convertirse en un drama provinciano capaz de transportar a cualquier lector a las entrañas de los pueblos españoles.
En esta obra, su autor retrata con firmeza e ironía a la sociedad española del siglo XIX en una ciudad de provincias, donde nadie escapa de su dardo. Desde la aristocracia al clero, pasando por los políticos y los provincianos, todos ellos forman parte de la atmósfera opresora, machista e hipócrita que atrapa a Ana Ozores, su protagonista.
Y es que Ana Ozores es el vivo retrato de la mujer de aquella época: desdichada, infeliz, que pertenece por herencia a la burguesía, pero depende del círculo social que la rodea, mientras sufre de la inestabilidad emocional que le causa el debate entre el deseo y el deber. Todos estos ingredientes se convertirán en un cóctel explosivo que la convertirán en víctima.
Hay quien califica La Regenta como una novela insuperable, la mejor del siglo XIX, y con la que su autor colocó el listón muy alto para continuar con su propia obra. Si bien son calificativos muy grandes, no se quedan cortos ya que, en efecto, La Regenta es toda una experiencia que todo amante de la literatura debería disfrutar.
Última actualización: 16 febrero, 2021
Lector empedernido y amante de la fotografía. Me encanta la literatura de fantasía y ciencia ficción. Escribo resúmenes, opiniones y reseñas para ayudarte a decidir tu próximo libro.
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