Subgénero: Literatura infantil y juvenil, Novela corta, Fábula, Ficción especulativa, Ficción literaria
Año de publicación: 1943
Resumen de El principito, de Antoine de Saint-Exupéry
Se cumplen 120 años del nacimiento del escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry, autor de la célebre obra El principito. Desde 1943 podemos disfrutar de esta imaginativa novela corta que tantos adeptos ha conseguido a lo largo de los años gracias a sus entrañables personajes, sus frases tan encantadoras y esa magia infantil que viene impresa en cada letra.
Considerado uno de los mejores libros del siglo XX en Francia, El principito se ha coronado como el libro escrito en francés más leído y traducido de la historia, incluyendo una traducción al braille. Su autor no podía imaginar que su obra se convertiría en uno de los libros más vendidos de todos los tiempos, con diversas adaptaciones a películas, series de dibujos, obras de teatro y ballet y hasta óperas.
La historia comienza con el aviador contando que, cuando era niño, dibujó una boa comiéndose un elefante, pero los adultos pensaban que había dibujado un sombrero. Cuando el aviador intentó corregirlos, los adultos le dijeron que dejase de dibujar y se dedicase a algo más productivo, algo que hace que el aviador se lamente de la falta de imaginación de los adultos.
De adulto, el aviador, que ahora es piloto, sufre un incidente cuando su avión se avería en el desierto del Sáhara, lejos de todo contacto humano. Mientras intenta arreglar su avión, aparece un niño que el aviador apoda como el principito. El niño le pide al aviador que le dibuje un cordero y éste, en su lugar, le enseña su antiguo dibujo de la boa devorando al elefante. Para su sorpresa, el principito entiende el dibujo a la perfección y el aviador decide entonces dibujarle el cordero. Sin embargo, al verse incapaz de dibujarlo, dibuja en su lugar una caja y le dice al principito que el cordero está en el interior de la misma, que sólo debe usar su imaginación, y el principito acepta el dibujo.
Los días pasan y el aviador sigue intentando reparar su avión, sin éxito. Mientras tanto, el principito le cuenta la historia de cómo llegó a la Tierra. Según cuenta, él procede de un pequeño planeta, el Asteroide B-612, que es poco más grande que una casa y tiene tres pequeños volcanes, uno de ellos inactivo, y gran variedad de plantas. Se pasa el día limpiando los volcanes y quitando algunas semillas de malas hierbas, como las semillas de los árboles baobabs.
El principito confiesa que quería un cordero para que se comiera los baobabs, y entonces el aviador comenta que el cordero también podría comerse una rosa con espinas. El principito, entonces, le cuenta al aviador que en su planeta hay una misteriosa rosa que un día empezó a crecer en su asteroide, y que la quiere tanto que la cuida y protege con un biombo y una cúpula de cristal para que no le pase nada. Con el paso de los días, según cuenta, empezó a sentir que la rosa se estaba aprovechando de él, por lo que el principito decidió abandonar su planeta y explorar el universo. La rosa, entonces, se disculpó con él, pero le animó igualmente a seguir con su viaje para conocer otros lugares, y el principito se puso en marcha.
El principito cuenta que visitó otros seis planetas, todos ellos habitados por adultos estrechos de miras:
En el primer planeta conoció a un rey sin súbditos que sólo quería que alguien obedeciera ciegamente sus órdenes.
En el segundo planeta conoció a un hombre muy vanidoso que miraba mucho por su aspecto y se creía la persona más admirada del universo, a pesar de encontrarse solo en su desolado planeta.
En el tercer planeta conoció a un borracho que bebía para olvidar la vergüenza de ser un borracho.
En el cuarto planeta se encontró con un hombre de negocios que contaba las estrellas y afirmaba que él era el dueño de todas y cada una de ellas, por lo que las contaba constantemente para cerciorarse de que estaban todas.
En el quinto planeta conoció a un farolero que encendía y apagaba su faro continuamente, sin descanso, a la hora del amanecer y del anochecer, algo que tendría lógica de no ser porque en su planeta los días pasaban en un minuto.
En el sexto planeta conoció a un geógrafo que se pasaba los días investigando una teoría suya, teoría que decía que, en realidad, nunca había explorado el mundo que tanto decía conocer. El geógrafo le pide al principito que describa su casa y éste le habló de la rosa, pero el geógrafo le explicó que él no registraba cosas efímeras como las plantas. El geógrafo, además, es el que le recomienda al principito visitar el séptimo planeta, la Tierra.
Cuando llegó a la Tierra, el principito aterrizó en el desierto y creyó que el planeta estaba deshabitado, pero luego conoció a una serpiente amarilla que le dijo que tenía el poder de ayudar a las personas a regresar al lugar de donde vinieron. Luego encontró una flor que le dijo que llevaba años sin ver personas por allí, por lo que decidió subir a una montaña, la más alta que había visto en su vida, para ver toda la Tierra, pero se encontró con una panorámica del desolado desierto. El principito llamó y gritó, y le respondió su eco, por lo que creyó que eran otras personas burlándose de él.
Siguió buscando y encontró un jardín de rosas que le hizo desanimarse, porque pensaba que su rosa era la única del universo y comprobó que no era así, que había cientos de rosas. Entonces se sintió desdichado, pensando que en su pequeño asteroide sólo había tres volcanes y una flor que parecía ser más común de lo que imaginaba. Sumido en la tristeza, el principito se echó a llorar y eso atrajo la atención de un zorro que quería ser domesticado y estaba buscando humanos.
El zorro le explicó al principito que su rosa sí era única y especial en el universo, porque él la quería. Le contó que, en cierto sentido, el principito había domesticado a la rosa y por eso ahora se sentía responsable de ella y de su bienestar; el principito, entonces, decidió domesticar también al zorro, con el que forjó una bonita amistad, aunque a la larga tuvieron que separar sus caminos y eso le hizo sentirse triste de nuevo. Sin embargo, le dejó una importante lección: "lo esencial es invisible a los ojos".
Más tarde, el principito conoció a un guardagujas que le explicó que las personas viajaban constantemente de un lugar a otro en los trenes, porque nunca estaban satisfechas del lugar en el que se encontraban ni sabían lo que buscaban, a diferencia de los niños. Luego conoció a un vendedor que vendía una píldora que eliminaba la sed y, por ende, ahorraba a las personas cincuenta y tres minutos a la semana al no tener que beber, pero el principito pensó que, si tuviera ese tiempo, lo dedicaría a buscar agua.
Ocho días han pasado y el aviador sigue sin poder arreglar su avión. Ya no le queda agua y la sed comienza a ser un problema, por lo que, en busca de agua, pasa las horas caminando por el desierto junto al principito y se les hace de noche. Se sientan a descansar y hablan sobre lo hermoso que es el desierto, a lo que el principito dice que el desierto es tan hermoso porque esconde un pozo de agua en alguna parte. El aviador lo compara con una casa que esconde tesoros en algún rincón y dice que, ya sea una casa, un desierto o una estrella, lo que realmente buscamos no siempre está a la vista.
Estas palabras emocionan al principito, ya que le recordaban a las enseñanzas de su amigo el zorro. Agotado, el principito cae rendido y duerme, mientras el aviador lo lleva en brazos y sigue caminando en busca de agua. Al amanecer encuentra por fin un pozo que, misteriosamente, se encuentra en muy buen estado para estar en mitad del desierto. El aviador saca agua para el principito y él la bebe como si fuera un regalo, alegando que las personas no saben lo que buscan cuando, en realidad, aquello que buscan puede estar en una rosa o en un poco de agua, y por eso se debe buscar con el corazón, no con los ojos. El principito le pide al aviador que le dibuje un bozal para su cordero y le contó que, al día siguiente, cumpliría un año en la Tierra. El aviador entonces repara en que el principito estaba buscando el lugar en el que aterrizó para volver a su hogar. Luego, el principito le pide al aviador que regrese a ese lugar al día siguiente, al atardecer.
Al día siguiente, mientras el aviador se dirige adonde le dijo el niño, descubre que el principito está hablando con una serpiente sobre cómo volver a casa. El principito le explica entonces lo que ocurre al aviador y se despide de él, contándole que parecerá que ha muerto pero que lo que sucede en realidad es que su cuerpo es demasiado pesado para llevarlo consigo y por eso lo dejará atrás. También le pide que no le vea marcharse para no ponerse nervioso, pero el aviador se niega a dejar ir al principito. Éste lo consuela diciéndole que mire a las estrellas y recuerde su risa, para que parezca que todas las estrellas ríen con él. Entonces, el principito se aleja y deja que la serpiente lo muerda, y cae sin hacer ruido.
A la mañana siguiente, el aviador busca el cuerpo del principito, sin éxito. La historia termina con un paisaje del lugar en el que se encontraban el aviador y el principito cuando la serpiente mordió a este último. El aviador pide entonces que, si alguna persona visita ese lugar y se encuentra con un niño de cabellos dorados que no responde a lo que se le pregunta, se lo notifiquen tan pronto como sea posible.
Análisis de El principito
Como adulto, es muy fácil interpretar los diferentes simbolismos a lo largo de la obra: la rosa, el pozo de agua, los baobabs, los habitantes de cada planeta... Todo porque lo vemos a través de un adulto que, a su vez, lo ve todo a través de los ojos de un niño que desconoce la Tierra, donde descubre que existen cosas como las que él tiene en su planeta, pero también otras cosas maravillosas que jamás habría podido imaginar.
Otro tema fundamental de la obra es el de las relaciones que forjamos con los demás. Se establece desde un primer momento la importancia de cultivar esas relaciones, de hacerlas crecer y, sobre todo, de cuidarlas debidamente, sin descuidarlas, pero tampoco mimándolas demasiado, porque eso desencadenaría una relación demasiado dependiente. Del mismo modo, en la obra se explica cómo a veces incluso los mejores amigos deben tomar caminos separados y eso duele, pero mereció la pena por los buenos momentos vividos y por todo lo que aprendimos.
El principito es una obra repleta de simbolismo, frases memorables y metáforas para los más pequeños, pero, sobre todo, para los adultos. Es una novela atemporal que no importa cuándo se lea, porque siempre se aprende algo nuevo de ella y se ve con ojos diferentes en cada lectura.
Personajes de El Principito
Personajes principales:
El principito: personaje que da nombre y sentido a la obra. El principito es un niño que vive en un pequeño planeta que simboliza su propia vida, y que es tan pequeño porque le queda mucho por aprender y crecer. El niño viaja de un planeta a otro, haciendo preguntas a sus habitantes. Cada planeta representa las vidas de estas personas que conoce, y estas preguntas no suelen interesar a nadie salvo al principito.
El aviador: es un adulto que choca su avioneta en el planeta del principito. A pesar de ser adulto, actúa y razona como un niño para recuperar su condición infantil, a pesar de que es consciente de que ya es mayor y nunca más volverá a ser un niño. Este personaje sirve como reflejo del lector, simbolizando cómo vemos las cosas y cómo deberíamos verlas.
Personajes secundarios:
La rosa: simboliza el ego y el amor del principito. Se trata de una flor espléndida y única en el planeta del principito, que indica que ha habido otras flores en su planeta, pero la rosa es la única que ha florecido, siendo una metáfora de una mujer a la que ha amado y se ha quedado para siempre en su corazón. Aunque es hermosa y perfecta, también requiere cuidados porque es frágil, algo que choca con el carácter orgulloso e imperfecto de la rosa.
El rey: representa a aquellos jefes y personas de pensamiento cuadriculado, que siempre creen tener la razón y no se sienten tentados por la curiosidad. Sólo quieren que obedezcan ciegamente sus órdenes, sin que nadie cuestione el porqué de las mismas.
El vanidoso: representa la vanidad y el egoísmo, ya que vive por y para el reconocimiento de los demás. Nos enseña que de nada sirve el aspecto y los lujos y éxitos si no tenemos a nadie con quien compartir nuestra vida, y cómo nos desvivimos por la aceptación de los demás y nos ocultamos bajo una falsa máscara de vanidad que tapa nuestras inseguridades.
El borracho: representa el bucle de la eterna insatisfacción que siente el ser humano, ya que la vida de los adultos suele llenarse de monotonía y frustraciones, y pretenden aliviar esto mediante la bebida.
El hombre de negocios: representa el consumismo desmedido que nos lleva a comprar y comprar no por satisfacción, sino porque nos han inculcado que tener muchas cosas es el camino para ser felices.
El farolero: representa a aquellos trabajadores que obedecen ciegamente las órdenes de sus jefes, sin cuestionarse nada. De este modo, cumple su cometido porque es lo correcto, aunque se estén aprovechando de él.
El geógrafo: representa la zona de confort, ya que es un hombre que hace lo mismo todos los días, sin probar nada diferente, lo que supone la comodidad de lo conocido pero la tristeza de no ver más allá.
El cordero: un pequeño corderito que simboliza cómo los amigos nos ayudan a librarnos de los problemas, pero, con el paso del tiempo, se vuelven en nuestra contra y nos hacen daño, aunque sea de forma inconsciente.
La caja: una metáfora de la imaginación, ya que el autor la dibuja e indica que lo que queremos ver está ahí dentro.
Los baobabs: simbolizan los malos hábitos y los problemas que surgen cuando no somos consecuentes con nuestros actos o los dejamos de lado hasta que es demasiado tarde para solucionarlos.
Los volcanes: simbolizan las emociones y las tareas del día a día.
El globo: simboliza los mimos que necesita la rosa para ser protegida y que se sienta querida, los necesite o no.
El zorro: ayuda al principito a ver la esencia de la amistad, pero le advierte que dicha amistad tiene costes y puede ser complicada.
Última actualización: 04 julio, 2020
Lector empedernido y amante de la fotografía. Me encanta la literatura de fantasía y ciencia ficción. Escribo resúmenes, opiniones y reseñas para ayudarte a decidir tu próximo libro.