Subgénero: Novela histórica, Literatura posmoderna, Fábula, Literatura infantil y juvenil
Año de publicación: 2006
Resumen de El niño con el pijama de rayas, de John Boyne
John Boyne escribió el primer esbozo de El niño con el pijama de rayas en dos días y medio, negándose a dormir todo lo que debería hasta llegar al final. El resultado fue un auténtico bombazo internacional. Se podría decir que, incluso, se acabó convirtiendo en un clásico contemporáneo.
Este libro arrasaba con todo lo que tocaba y no dejaba indiferente a nadie. Tanto fue así que en 2007 y 2008 fue el libro más vendido del año en España, y alcanzó el número uno en diferentes listas de ventas en diferentes países, entre los que se incluyen Estados Unidos, Reino Unido, Irlanda o Australia, entre otros.
Desde el punto de vista inocente de un niño, El niño con el pijama de rayas nos traslada a la crudeza del Holocausto nazi cuando este pequeño niño, llamado Bruno, se muda junto a su familia a Auschwitz. Allí conocerá a un niño judío, Shmuel, que llama la atención de Bruno por dos motivos fundamentales: vive detrás de una reja y siempre viste un pijama de rayas.
En el libro, además de los personajes principales, aparecen algunos personajes muy secundarios para la trama. Todos estos personajes son los siguientes:
Personajes principales:
Bruno: el protagonista de la historia, un niño de nueve años que aparenta seis por ser muy bajito. Le gusta explorar y hacer amigos.
Shmuel: un niño judío delgado y con la cabeza rapada, de la misma edad que Bruno, y que vive al otro lado de la alambrada. Cuando conoce a Bruno, se hacen mejores amigos. Siempre viste un pijama de rayas.
Madre: llamada Elsa, es la madre de Bruno y Gretel, de origen polaco. Aunque obedece las normas de la casa, discute mucho con su marido por su trabajo y lo que está obligado a hacer por el bien de la patria. Suele regañar mucho a sus hijos.
Padre: llamado Ralph, el padre de Bruno y Gretel es un hombre serio y muy fiel a su patria. Su trabajo consiste en atrapar judíos para luego llevarlos a la muerte.
Gretel: la hermana de Bruno, de doce años, que piensa que su padre es el bueno en esa guerra. Le gusta el teniente Kotler.
Personajes secundarios:
María: la criada de la familia. Tiene mucha confianza con Bruno y se llevan muy bien. El padre de Bruno opina que tiene un sueldo excesivo.
Pavel: se encarga de recoger comida y de servirla en la casa de Auschwitz. Es judío, y está condenado a una vida de servidumbre a pesar de que era médico antes de acabar en el campo de concentración.
Teniente Kotler: un joven muy pelota que siempre merodea por la casa y se hace buena amiga de la madre de Bruno y de su hermana. Es enérgico y trata mal a los empleados. Le acaban destinando a otro lugar y no vuelven a saber nada de él.
Herr Liszt: el profesor de Bruno y Gretel, les enseña diferentes materias en casa.
Los abuelos: la abuela de Bruno era amable y buena, y discutía mucho con su padre por su trabajo. En cambio, el abuelo estaba orgulloso de la labor del padre de Bruno.
El Furias: Hitler es quien asciende al padre de Bruno y le envía a Auschwitz. De ahí el orgullo que siente el padre de Bruno por su trabajo.
Eva: acompaña a Hitler durante la cena en casa de Bruno. Llama la atención del niño por su hermoso aspecto.
Kart, Daniel y Martin: los mejores amigos de Bruno en Berlín.
Isabel, Hilda y Louise: las mejores amigas de Gretel en Berlín.
Lars: el antiguo mayordomo de la familia en Berlín.
Padre de Kotler: no se habla con su hijo porque está en contra de su ideología.
Padres de Shmuel: van con Shmuel al campo de concentración. Allí separan a su madre, a la que llevan a un lugar apartado de los hombres, y no se vuelve a saber de ella. En cuanto al padre de Shmuel, le envían con otros hombres a realizar trabajos y nunca regresa.
Luka: un antiguo compañero de habitación de Shmuel que siempre le golpeaba y le trataba mal.
Resumen del libro
Aunque no está dividido en partes, el libro puede diferenciarse en tres partes significativas: la llegada a Auchviz, la amistad con Shmuel y el regreso a Berlín.
Primera parte: la llegada a Auchviz
Bruno, un niño de nueve años que vive en Berlín, se ve obligado a abandonar su hogar y a sus mejores amigos y trasladarse con su familia debido al trabajo de Padre. Una vez llegan, Bruno se muestra descontento con su nueva casa porque, mientras su antigua casa se encontraba en una calle agradable donde jugaba con sus amigos, la nueva casa se encontraba aislada en un lugar vacío y triste donde no había ni casas ni niños cerca. En esa nueva casa, además, conoce al teniente Kotler, un hombre joven, serio y desagradable que no le gusta a Bruno.
Bruno habla con su hermana, Gretel, y ella le cuenta que están en un lugar llamado Auchviz. Mientras charlan, Bruno comenta que desde su ventana había visto una granja. Observándola, Bruno y Gretel se percatan de que está repleta de niños y adultos, pero no hay mujeres. Les llama la atención la enorme alambrada que cercaba la granja. Detrás de esa alambrada el suelo era árido, las casas eran cabañas pequeñas y edificios cuadrados y, en el fondo, había un par de columnas de humo. Las personas que allí vivían cumplían las órdenes de soldados parecidos a Padre. Además, todas aquellas personas vestían de la misma manera: con un pijama gris a rayas y una gorra.
Bruno decide hablar con Padre sobre las impresiones que le causa su nuevo hogar y le confiesa que quiere volver a Berlín. Padre intenta hacer entender a Bruno que no pueden regresar porque él, allí, está realizando una labor muy importante. Bruno le pregunta a Padre sobre las personas que había visto al otro lado de la alambrada y Padre le responde que lo que vio no eran personas, y que no tenían nada que ver con él.
Pasaban las semanas en la nueva casa y no había mucho que hacer, por lo que Bruno decidió hacerse un columpio para jugar. Le pide a Kotler un neumático para hacerse el columpio, y Kloter se lo ordena de muy mala manera a Pavel, un hombre que pelaba patatas y zanahorias. Columpiándose, Bruno cae al suelo y se hace una herida en la rodilla. Pavel corre a socorrer a Bruno. Mientras le cura, Bruno decide preguntarle por su historia. Pavel menciona que antes de llegar a Auchviz era doctor. Una vez recuperado, Bruno sube a su cuarto y, de camino, oye cómo su madre le dice a Pavel que, si alguien pregunta, todos deberían decir que fue ella la que curó a Bruno.
Un día, caminando por el bosque, Bruno decidió desviarse para explorar la alambrada. Ésta parecía no tener fin, por lo que su paseo se alargó más de lo que esperaba, pero no encontraba nada que le llamara especialmente la atención. Al cabo de un rato, Bruno ve una mancha a lo lejos. Al acercarse a la mancha, descubre que se trata de un niño que parecía tener su edad. Estaba sentado en el suelo con las piernas cruzadas y una expresión triste en su rostro. Su piel tenía un tono grisáceo, su cabeza estaba rapada, sus ojos eran grandes y llevaba un brazalete con una estrella con seis picos.
Cuando el niño ve a Bruno, se acerca a hablar con él. Bruno descubre que el niño se llama Shmuel y que vive al otro lado de la alambrada. Shmuel le cuenta que antes vivía en Polonia, que estaba muy lejos de Auchviz, y que ahora vivía allí y no le dejaban salir. Bruno decide preguntarle entonces por qué estaba allí y qué hacían las personas que vivían al otro lado de la alambrada.
Segunda parte: entablando amistad con Shmuel
Todo empieza con un flashback en el que Bruno recuerda algo que sucedió meses antes de mudarse a Auchviz. Una tarde, Padre dijo a la familia que el Furias iba a ir a cenar a su casa. Durante días, la familia estuvo realizando todo tipo de preparativos para que la velada fuese perfecta. Cuando llegó el Furias, todos se presentaron para recibirlo, y Bruno quedó decepcionado al ver que era un hombre bajito, de cabello negro y un ridículo bigote. Le llamó más la atención su acompañante, una preciosa mujer llamada Eva que era alta, esbelta y con un hermoso cabello rubio. Concluida la velada, el Furias se marchó satisfecho y Bruno escuchó a sus padres discutir sobre si debían marcharse o no de Berlín.
Volviendo a la conversación entre Bruno y Shmuel, el niño con el pijama de rayas cuenta que vivía con su familia en un pequeño piso en Polonia, pero, un día, la madre de Shmuel le dijo que se tenía que poner un brazalete con una estrella de seis picos y, después, se marcharon a una casa pequeña donde tenía que convivir con once personas en una misma habitación. Luego de eso, tuvieron que viajar todos en un mismo tren que los llevó al lugar donde vivía ahora, detrás de la alambrada, y que él estaba con su padre pero que a su madre se la llevaron a otro lado y no la había vuelto a ver.
Bruno comienza a acostumbrarse a la vida en Auchviz gracias a Shmuel. Todos los días se escapa para hablar con él y ya no se siente tan solo. Un día, el teniente Kotler informa de que se va a quedar a cenar. Durante la cena, Bruno observó que Pavel estaba nervioso y parecía estar muy triste. En un momento en el que sirvió un poco de vino al teniente Kotler, a Pavel se le resbaló la botella y le manchó el uniforme. Entonces, Kotler lo llevó a un cuarto aparte, donde castigó a Pavel, y nunca más se le volvió a ver.
Una tarde lluviosa, Gretel entra en la habitación de Bruno mientras éste lee un libro. Comienzan a charlar y a Bruno se le escapa que, de no ser por la lluvia, podría estar fuera jugando con Shmuel. Gretel le preguntó que quién era Shmuel. Bruno, para no revelar su secreto, le dice a su hermana que tenía un amigo imaginario porque se sentía muy solo allí. Gretel se burló de su hermano por tener un amigo imaginario y Bruno quedó convencido de la mentira que le había contado.
Una tarde, más adelante, Bruno bajó a la cocina. Allí se encontró a su amigo Shmuel fregando unos vasos bajo las órdenes de Kotler. Al notar que estaba hambriento, Bruno le dio a Shmuel algo de comida, pero justo llegó Kotler y le preguntó si estaba comiendo. Shmuel contestó que era comida que le había dado Bruno, pero él, asustado por la actitud de Kotler, dijo que Shmuel mentía y que ni siquiera lo conocía. Después de aquello, Bruno se sintió muy mal y se arrepintió, por lo que días después volvió a buscarlo y le pidió perdón.
Tercera parte: el regreso a Berlín
Un día, Bruno oye cómo Madre y Padre discuten sobre regresar a Berlín, hasta que unos días después Padre informa a Bruno de que, finalmente, van a regresar a su antiguo hogar. Lo que debería haber sido una buena noticia entristece a Bruno, ya que no quiere abandonar a su amigo Shmuel. Va a hablar con Shmuel para decirle que se marcha de allí para siempre, pero se encuentra a Shmuel afligido porque su padre se marchó con otros hombres a hacer unos trabajos, pero ninguno de ellos regresó. Bruno decide, entonces, planificar una última aventura con su amigo: vestirse con un pijama de rayas y entrar para ayudar a Shmuel a encontrar a su padre. No sería difícil, porque días antes tuvieron que rapar la cabeza de Bruno porque tenía piojos y se parecía mucho a Shmuel.
Al día siguiente, Bruno se encuentra con Shmuel y éste le entrega un pijama de rayas y una gorra. Bruno se viste con el pijama de rayas y deja su ropa tirada en su lado de la alambrada, la levanta y se cuela por un hueco. Van hacia las casas a buscar al padre de Shmuel y, allí, Bruno se percata de que algo anda mal con ese lugar. Entonces, aparecen unos soldados que agrupan a varias personas y les meten en un recinto que a Bruno se le antoja largo y cálido. Allí, atemorizado y sin saber qué ocurre, Bruno le da la mano a Shmuel entre el grupo de hombres, que gritan desesperados. Después, todo queda a oscuras y, al cabo de unos minutos, los gritos desaparecen y sólo hay silencio.
Padre, Madre y Gretel buscan a Bruno, pero nadie sabe nada de él. Madre y Gretel regresan a Berlín y Padre se queda un año más en Auchviz, cumpliendo con su deber. Un día, patrullando, se da cuenta de que hay un hueco en la alambrada, un hueco por el que cabría un niño, y la ropa de Bruno tirada cerca de ese hueco. Padre se sienta en el suelo, consciente de lo que había sucedido. Meses más tarde, un grupo de soldados pide a Padre que le acompañen y él se marchó con ellos sin mediar palabra.
Opinión de El niño con el pijama de rayas
Con un estilo sencillo y claro, el autor nos traslada a una época horrible para la humanidad, en la que se cometieron crímenes indescriptibles. Vemos los enfrentamientos entre madres y padres, abuelas y abuelos, enfrentamientos entre ideologías que van más allá de judíos y nazis. Observamos a través de los ojos de un niño que no comprende lo que ocurre a su alrededor cómo el odio sólo crea más odio, y cómo el amor sólo trae amistad y buenos momentos.
Lo mejor: lo más reseñable de esta historia es lo bien que está contada desde el punto de vista infantil de un niño. El lector en todo momento se sumerge en la lectura, creyendo que es una historia que le está contando un niño de nueve años, el cual vive inmerso en una época dramática y triste de la que no es plenamente consciente. Además, se cuenta la historia del Holocausto desde el otro punto de vista sin apoyar la ideología nazi. La inocencia de Bruno a veces puede doler al lector, ya que no entiende quiénes son los buenos ni quiénes son los malos. Precisamente esta inocencia es la que le permite acercarse a Shmuel, y entabla amistad con una persona que su propio padre le dijo que no era una persona en absoluto.
Lo peor: al estar todo contado desde el punto de vista de Bruno, quien es además un niño, no se profundiza demasiado en otros personajes cuyos puntos de vista pueden resultar muy interesantes, como la abuela, la madre, Gretel o el propio Shmuel. También, respecto a este punto de vista, el autor a veces sobrepasa la línea de la ingenuidad y Bruno parece, más que un niño inocente, un chaval sencillamente ignorante. Sin embargo, el mayor punto negativo del libro es que, para los lectores exigentes, puede resultar enervante por sus inconsistencias históricas. Leer este libro es bueno para comprender lo que puede hacer el odio, pero no para ser plenamente consciente de los horrores del Holocausto.
Conclusión
El niño con el pijama de rayas es un libro que romantiza la experiencia del Holocausto judío para contar cómo los horrores de la guerra pueden tocarnos de cerca cuando menos lo esperamos. Sin embargo, es históricamente incorrecto y no deja de ser un poco frustrante que los villanos de la historia sólo aprendan la lección cuando, por razones irónicas, sufren en sus carnes lo que sufren sus víctimas. Es un libro fácil de leer y bonito, pero que no aporta nada realmente, salvo contar una historia de amistad y tragedia.
Última actualización: 10 mayo, 2020
Lector empedernido y amante de la fotografía. Me encanta la literatura de fantasía y ciencia ficción. Escribo resúmenes, opiniones y reseñas para ayudarte a decidir tu próximo libro.
Pablo Navarro
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Un libro espectacular, uno de los mejores libros para todo amante de la historia y que le gusten las novelas basadas en hechos históricos. Totalmente recomendable!
Mayte Fernández
Libro precioso, historia muy dura pero enternecedora. Lo recomiendo cien por cien, también para adolescentes. Mi hija de 13 años lee muy poco y deboró el libro. Hay que leerlo.